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Más tarde se supo que Plutón había sido encontrado por casualidad. Se realizaron nuevos cálculos que dejaron de manifiesto que el nuevo planeta carecía de la masa suficiente para influir en las órbitas de Urano y Neptuno. También se llegó a la conclusión de que las anomalías de Urano no precisaban de ningún otro planeta para ser explicadas. Plutón no era el tan buscado Planeta X y sí un planeta muy raro.

pluto_sri - the New Horizons spacecraft- (apod)
Sonda News Horizons

 En efecto, Plutón reunía unas características que rompían los esquemas de los planetas clásicos. Su órbita era muy inclinada y extraordinariamente excéntrica. Además presentaba una peculiaridad notable: durante 20 años coincidía, aunque en diferente plano, con la órbita de Neptuno, de modo que en ese periodo se convertía en el penúltimo planeta y Neptuno en el último del Sistema Solar. En total Plutón tardaba 249 años en completar una vuelta alrededor del Sol a una distancia de casi 40 unidades astronómicas, lo que implicaba que la luz solar tardaba 5 horas y 28 minutos en llegar.

Su composición, por otra parte, lo hacía similar a los cometas. Estaba compuesto fundamentalmente de hielo y polvo, los cuales, al igual que los cometas, cuando su órbita estaba más próxima al Sol, se sublimaban formando una especie de coma que envolvían a Plutón y a su satélite más grande, Caronte.

Caronte, descubierto en 1978, era también un satélite bastante extraño. Era casi un tercio del tamaño de Plutón y orbitaba más cerca de su planeta que ningún otro satélite del Sistema Solar. Otro dato peculiar era que las órbitas de satélite y planeta estaban sincronizadas mostrándose ambos siempre la misma cara.