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El cometa Halley

Charles Messier, uno de los muchos observadores que rastreaban el cielo para encontrar el cometa Halley, anotó la posición de un extraño objeto el día 28 de agosto de 1758. Reunía todas las características de un cometa menos una: no se movía. Lo estuvo observando durante una semana hasta que, finalmente, concluyó que le había hecho perder el tiempo. Seis años después Charles Messier iniciaría con aquel falso cometa (la nebulosa del Cangrejo) el catálogo que le haría famoso.

Cometa-Halley
ESA/Max-Planck-Institute for Solar System Research

El regreso del cometa Halley era esperado vez con gran expectación. Si acudía a su cita de cada 76 años, como había predicho Edmund Halley en 1705, implicaría la confirmación definitiva de las leyes de Newton y, en consecuencia, que el método científico era el camino indiscutible para desentrañar los misterios del Universo. El cometa Halley lo acabó divisando a simple vista el 25 de diciembre de 1758 un granjero de Sajonia. Su nombre, Johannes-Georg Palitzsch, pasó a la Historia de la Astronomía. Messier, de forma independiente, fue el primero en encontrarlo en Francia, pero el astrónomo real, Nicolas Delisle, quizá por celos profesionales, no permitió que anunciara el hallazgo.

Observatorio-Hotel-Cluny
Observatorio Marino, Hotel Cluny

En pleno siglo ilustrado, cuando estaba de moda que los hombres y las mujeres presumiesen de sus conocimientos científicos en salones y tertulias, el hallazgo del cometa Halley causó furor. Se desató una carrera para descubrir nuevos cometas, y en esa carrera Messier siempre fue en cabeza. En unos pocos años llegó a divisar doce cometas, mientras que su más directo competidor, Montagne de Limoges, encontró solamente uno. Su empeño quedó recogido en las siguientes palabras de la Harpe:

En efecto, ha pasado su vida dando cuenta de la marcha de los cometas, y los mapas que ha trazado pasan por ser muy exactos. El non plus ultra de su ambición es pertenecer a la Academia de Petersburgo. Es, además, un hombre muy honesto y tiene la simplicidad de un niño. Hace algunos años que perdió a su mujer. Cuando ésta enfermó, los cuidados que le prodigaba, le impidieron descubrir un cometa que estaba acechando, y que, finalmente, Montagne de Limoges le escamoteó. Messier cayó en la desesperación… En cuanto le hablaban de la pérdida que había tenido, contestaba, pensando siempre en su cometa:             

—¡Qué desgracia! He descubierto doce cometas y ese Montagne me ha quitado el decimotercero.

 Diciendo esto, se le llenaban los ojos de lágrimas, y, recordando que era a su mujer a quien había que llorar, se ponía a gritar:

— ¡Ah, ésa pobre mujer!

 Y seguía llorando su cometa.

 

Messier descubrió un total de 21 cometas y divisó otros 50. Nunca nadie ha batido su récord. Por esta actividad le fueron llegando reconocimientos internacionales. Fue nombrado socio de honor de las Academias y de las asociaciones científicas más prestigiosas de Europa. En San Petesburgo, en Londres y Berlín era estimado como un científico importante. En Francia, su propia patria, el reconocimiento oficial tardó en llegar. Por fin, en 1770 fue admitido en la Real Academia de las Ciencias. Incluso en la corte se hablaba de él. Luis XVI  lo llamaba “el hurón de los cometas”.

 

El catálogo Messier

Mientras tanto, Charles Messier seguía tropezando con falsos cometas que le hacían perder el tiempo. Fue por ello que se decidió a elaborar un catálogo de nebulosas y cúmulos de estrellas para facilitar las observaciones de los buscadores de cometas. Para este catálogo contó, además de sus propias observaciones, con los descubrimientos anteriores de otros astrónomos y con la ayuda de su colaborador François André Mechain.

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Los malos tiempos llegaron a partir de un grave accidente en los jardines de Monceaux. Mientras daba un agradable paseo por los jardines con la familia de Bochar de Saron, presidente de la asamblea y matemático, abrió una puerta que creía daba a una gruta y cayó al fondo de un pozo de hielo de 10 metros de altura. Saron se ocupó de Messier en su larga convalecencia. Pero la Revolución francesa entró en su periodo más turbulento y Saron fue llevado a prisión. Aunque a Messier le quedaron molestas secuelas, en cuanto tuvo fuerzas volvió al observatorio. En 1793 Messier descubrió un cometa en la constelación de Ofiuco y envió los datos a su amigo encarcelado para que calculara la órbita. Bochar de Saron cumplió con el encargo y a los pocos días fue ejecutado en la guillotina.

En 1802 el gran astrónomo William Herschel visitó a Messier, al cual reconocía como un pionero en su campo. Herschel vio a Messier enfermo y empobrecido. Messier se quejó de que le resultaba muy penoso seguir mirando con su telescopio porque los oculares estaban rotos y nadie se molestaba en reponerlos. Esta situación hizo que Herschel dijera: “El mérito no siempre es reconocido como debiera”. Herschel y Messier eran socios de la prestigiosa Real Sociedad de Londres y ambos se habían dedicado a la observación del cielo profundo. Sin embargo, la gran diferencia entre ellos radicaba en los medios de que disponían. El telescopio de Messier tenía 9 centímetros de apertura, mientras que la apertura del telescopio de Herschel era de 1,2 metros.

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Telescopio de William Herschel

Poco a poco, las circunstancias fueron estabilizándose y Messier volvió a ser reconocido oficialmente. Messier había dedicado a Napoleón un cometa que había descubierto en 1769, el año del nacimiento del mandatario, y Napoleón le concedió la Cruz de la Legión de Honor.  Charles Messier murió a los 86 años el 12 de abril de 1817.

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Galaxia Sombrero. M104.
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El Catálogo Messier es muy famoso entre los aficionados. El centenar de nebulosas, cúmulos y galaxias catalogados por Messier tiene la virtud de ser observables a simple vista o con telescopios pequeños. Ello hace que el catálogo sea muy utilizado cuando se están dando los primeros pasos en Astronomía.

En el siglo XIX hubo un intento de dedicar a Charles Messier una constelación. En el siglo XX se puso su nombre a un cráter de la Luna.

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Cubo de Rueda. M 33
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