En broma algunos dicen que la prueba de que la Tierra ni es redonda ni da vueltas alrededor del Sol, es que si así fuera, la velocidad con la que gira alrededor de su eje (rota a la velocidad de 1.620 km/hora) y la velocidad con la que completa su revolución en torno al Sol (el movimiento de translación lo realiza a 107.118 km/hora), nos despeinarían. Lo cierto es que los movimientos de la Tierra, aunque no de un modo inmediato, sí pueden despeinarnos. En efecto, con sus movimientos la Tierra causa ese y otros efectos sobre las personas. Provoca tempestades, frío y calor extremos, y hasta cabe la posibilidad de que nos estrelle contra un meteorito o, incluso, un enorme asteroide.
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En condiciones normales, el movimiento de rotación hace que haya día y noche, e incide en la dirección de los vientos y de las corrientes marinas. El movimiento de traslación, por otro lado, es la causa de las estaciones y de que en su camino la Tierra tropiece con los restos de cometas que originan las lluvias de estrellas fugaces.
Hay otros movimientos de la Tierra menos perceptibles como la precesión de los equinoccios. La precesión de los equinoccios es la razón de que la estrella Polar no haya sido siempre la misma. La Tierra, además, acompaña al Sol en su camino por la Vía Láctea, y en ocasiones, se adentra en grandes nebulosas, lo que, junto a otros factores, desencadena las glaciaciones.
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