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Miguel Delibes de Castro, profesor del CSIC en la Estación Biológica de Doñana, ha afirmado en unas jornadas sobre biodiversidad que será difícil extinguir la vida en la Tierra. Siempre quedarán bacterias resistentes a las más duras condiciones.

Sin embargo, hay la capacidad de destruir todas las formas de vida que hacen posible la existencia a los seres humanos.

“Somos más de mil veces más de los que éramos hace cinco mil años en la Tierra y consumimos en energía o alimentos cincuenta veces más por persona, con lo cual, nuestro impacto sobre el entorno es cincuenta mil veces mayor que antes», ha asegurado Delibes.

En esta serie de artículos comprobaremos que la vida en el planeta Tierra es frágil y que resultará extremadamente complicado llegar a otros planetas de recambio para que los seres humanos los colonicen.

VIDA EXTRATERRESTRE

El premio Nobel Harold C. Urey dio una conferencia en la Universidad de Chicago sobre los orígenes de la vida en la Tierra sin sospechar que uno de sus oyentes le iba a tomar la palabra. 

Un año después el estudiante de postgrado Stanley Miller se presentó ante él y le propuso llevar a cabo un experimento en el que se sometiera a “la sopa primigenia” (el conjunto de materiales que teóricamente contenía la Tierra cuando surgió la vida) a las mismas condiciones que había hace 3.000 millones de años, a saber, intensa actividad volcánica y fortísimas tormentas.

El premio Nobel al principio se mostró un poco escéptico, pero acabó dejándose convencer por el joven de 23 años. En 1952 construyeron unos originales aparatos en los que introdujeron agua, amoniaco, metano e hidrógeno y sometieron este compuesto a varias pruebas.

Los calentaron hasta que se formó una espesa neblina; aumentaron la presión, y descargaron electricidad con diferente intensidad. Era como inventarse una atmósfera primitiva y avanzar con gran rapidez hacia el Proteozoico o tiempo de vida inicial.

Semanas después de haber comenzado el experimento, el compuesto se cubrió de un extraño material aceitoso y el agua tomó un color parduzco. Miller lo analizó y detectó algunos aminoácidos y otros compuestos orgánicos que se consideran la base de la vida.

Al anunciar en los medios de comunicación que habían creado vida a partir de materiales inertes, el mundo supo que había sucedido algo muy importante. Los periodistas, los filósofos y hasta los autores de ciencia ficción se hicieron eco de las implicaciones del experimento.

Para los astrónomos suponía que, en algún lugar del espacio en donde se dieran las circunstancias adecuadas, podría haber vida. Se sentaban así las bases para una nueva rama de la ciencia, la astrobiología.

ZONA HABITABLE

Dos son los requisitos fundamentales para que en un planeta surja la vida. El primero es que se encuentre en lo que se ha llamado la zona habitable y el segundo que contenga agua.

En el Sistema Solar se considera que la zona habitable se haya comprendida entre 0,7 y 2,4 unidades astronómicas (una franja situada entre las órbitas de Venus y Marte).

Eso supone unas distancias determinadas con respecto a la fuente de calor, de manera que el agua ni se evapore ni se congele. Para que un planeta se encuentre en la zona habitable es necesario, sobre todo, que el agua se encuentre en estado líquido.

En efecto, las propiedades del agua son tales que todos los seres vivos de la Tierra, desde el mamífero más grande al más diminuto microbio, contienen agua.

 Hay que decir que la fuente de calor no tiene por qué ser una estrella parecida al Sol, ni la vida darse necesariamente en un planeta.

En el Sistema Solar los mejores candidatos a albergar vida son dos satélites de dos gigantes gaseosos: el satélite Europa del planeta Júpiter y Titán de Saturno.

Gliese 581 c, el primer exoplaneta descubierto que reúne bastantes de los requisitos para contener vida, orbita alrededor de una enana roja, el tipo de estrella más común del Universo.

También la supervivencia de los seres humanos sería factible en los exoplanetas comprendidos en la zona habitable. Ciertamente, la colonización de planetas extraterrrestres es un asunto que está en los límites de la ciencia ficción.

Los astrónomos sueñan con encontrar un planeta alternativo a la Tierra antes de que pasen 5.000 millones de años, periodo de tiempo en que por causas naturales la Tierra será absolutamente inhabitable.

En ese tiempo habría que encontrar un exoplaneta muy similar a la Tierra en el que unas colonias de seres humanos pudieran sobrevivir, así como los vegetales y animales que les sirven de sustento.

Otra alternativa sería crear unas condiciones parecidas a las de nuestro planeta por medio de la terraformación. La terraformación son unas actuaciones globales que en la ciencia ficción son frecuentes,  pero que en la realidad no es más que una hipótesis fantasiosa.

Hay que decir que en la película Star Trek II, la terraformación fue un desastre y provocó la muerte del científico que la intentó.

Sin embargo, cuando se habla de la vida extraterrestre, no sólo se piensa en seres humanos. También se tiene en cuenta otros tipos de seres con capacidad para sobrevivir en condiciones letales para la mayoría de los animales terrestres.

Sin ir más lejos, en la misma Tierra hay un grupo de criaturas llamadas extremófilos, esto es, seres vivos que soportan condiciones extremas. Por ejemplo, existen bacterias terrestres que aguantan temperaturas de 113º C y otras que resisten el frío de 13 grados bajo cero.

También hay bacterias que sobreviven a una gran sequedad, ambientes sulfurosos, radiaciones, etc.

Cabe la posibilidad de que no sólo exista vida en otros exoplanetas, sino que, además, haya evolucionado hasta crear una civilización avanzada. Puede ser, incluso que estén emitiendo señales electromagnéticas al espacio.

Este es el supuesto del que parte una serie de programas que respaldan las principales agencias espaciales. El más famoso se conocía por las siglas SETI (Search for ExtraTerrestrial Intelligence).

El programa de Búsqueda de Inteligencia Extraterrestre fue iniciado por el famoso astrónomo y divulgador Cal Sagan.

El programa SETI utilizaba el radiotelescopio de Arecibo, el cual barría sistemáticamente el espacio buscando señales que sigan un patrón determinado.

Como la cantidad de datos recogidos era inmensa, se mandaban vía internet a millones de particulares para que los procesasen con un sencillo programa instalado en sus ordenadores.

VIAJAR FUERA DEL SISTEMA SOLAR

Los dos exoplanetas más cercanos a la Tierra orbitan en torno a la estrella Epsilon Eridani. La estrella dista 10,5 años luz y es la tercera más próxima que se puede ver a simple vista.

Las naves más rápidas de que disponen los seres humanos actualmente, los robots enviados a los planetas y las sondas espaciales alcanzan la velocidad de aproximadamente 40 kilómetros por segundo (150 mil kilómetros por hora), por lo que tardarían en llegar a Epsilon Eridani más de 70.000 años. 

Una nave y una tripulación que fueran capaces de aguantar un viaje de tantos años sólo es posible en la ciencia ficción.

El primero de los exoplanetas, Epsilon Eridani b, fue descubierto en el año 2000 a partir de los datos aportados por el telescopio espacial Hubble. Desde el principio se sospechó que Epsilon Eridani b, formaba parte de un sistema exoplanetario compuesto por más exoplanetas.

En el año 2002 se descubrió el segundo exoplaneta, Epsilon Eridani c.  Si los datos se confirman este segundo exoplaneta será el que bata el récord de lentitud. En efecto, tarda 280 años en dar la vuelta alrededor de su estrella frente a los 11,83 que tarda Júpiter en completar su órbita en torno al Sol.

Los dos exoplanetas exoplanetas son del tipo gigante gaseoso o tipo Júpiter, esto es, planetas dónde la vida es sencillamente imposible.

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