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¿Alarmismo en torno al cambio climático? Todas las noticias sobre el cambio climático son alarmistas. Este verano la Agencia Estatal de Meteorología de España (AEMET) ha pronosticado un aumento de las temperaturas para el periodo 2071-2100 de entre 3ºC y 6ºC.

Hace tiempo Manos Unidas, que recibió el premio Príncipe de Asturias de la Concordia, advirtió de las nefastas consecuencias que está teniendo ya el cambio climático en algunas zonas del mundo.

Son cada vez más los estudios que avisan del cambio climático. En realidad, ya quedan muy pocos escépticos porque, sencillamente, la experiencia personal de cada uno de nosotros confirma que el cambio climático es una realidad.

EL CAMPEÓN MUNDIAL DE LOS ALARMISTA CLIMATICOS ¿O NO?

No obstante, si hay un campeón de los alarmistas, este es, sin duda, James Lovelock. Según Lovelock, para el año 2050 se habrán derretido los polos lo que, sumado al posterior deshielo de los glaciares, hará que Londres quede bajo el agua.

Será el principio de un gran cataclismo para la humanidad.

El mar anegará las zonas costeras de todo mundo y de países enteros como Bangladesh, en el que ahora habitan 140 millones de habitantes. Todos los habitantes de esas zonas querrán desplazarse provocando conflictos y sangrientas guerras.

Las temperaturas subirán tanto y habrá tantos fenómenos atmosféricos extremos, que acabarán con la agricultura y pondrán en jaque a las estructuras urbanas y estatales.

Para finales del siglo XXI el cambio climático habrá reducido la población mundial a tan solo 500 millones de habitantes (somos más de 6.500 millones) que deberán sobrevivir en durísimas condiciones en el Ártico.

JAMES LOVELOCK YA NOS SALVÓ UNA VEZ

Pero, ¿quién es James Lovelock? El doctor James Lovelock, además de dirigir la creación del horno microondas, es un importante químico inglés especializado en ciencias de la atmósfera.

En los años setenta creó el detector de captura de electrones (ECD). Con el ECD realizó mediciones sobre el océano que advirtieron sobre la presencia de los CFCs (clorofluorocarbonos) que estaban atacando seriamente a la capa de ozono.

Esto llevó a que, dada la gravedad del problema, los políticos tuvieran que actuar y se firmara Protocolo de Montreal por el que los países industrializados en 1990 dejaron de producir los CFCs.

El detector de electrones es tan eficaz que detecta en los lugares más insospechados la presencia de pesticidas como el DDT a pesar de que hace muchos años que no se utilizan.

LA INSPIRACIÓN DE MARTE

Después de inventar el ECD, la NASA y el laboratorio de Propulsión JET solicitaron la colaboración de Lovelock para investigar si había vida en Marte. Aunque colaboró con un instrumento que formó parte de las misiones Viking (dos naves no tripuladas que aterrizaron en Marte en 1975), él siempre sostuvo que no hacía falta gastar tanto dinero enviando una nave para saber si había vida en Marte.

Desde la misma Tierra y de una forma económica se podría saber la verdad. De hecho afirmó de los investigadores de la NASA: «Están desesperados por encontrar vida; no se están comportando de una manera muy científica».
Lovelock con las observaciones realizadas desde la Tierra con un telescopio especial de espectro demostró que la atmósfera marciana estaba formada en su mayoría por dióxido de carbono y que, sobre todo, se hallaba en equilibrio químico.

Este equilibrio era la prueba fundamental de que en Marte no había vida.

LA TIERRA TAMBIÉN ES UN SER VIVO

Fue entonces cuando se preguntó de qué manera alguien desde el espacio podría saber que en la Tierra había vida. La respuesta fue que el extraterrestre sabría que nuestro planeta hay vida porque la atmósfera terrestre se mantiene en un difícil e inestable equilibrio.

Y ¿cómo se mantiene este paradójico equilibrio? Gracias a la misma vida, esto es, gracias a Gaia.

Antes de que apareciera la vida en nuestro planeta hace 3.000 millones de años, la atmósfera estaba dominada por el dióxido de carbono y apenas había oxígeno, al igual que en los planetas vecinos Marte y Venus.

Marte contiene el 95 % de dióxido de carbono, Venus el 98%, y se estima que la Tierra si no albergara vida, contendría un porcentaje similar. Sin embargo, en la atmósfera de la Tierra ahora hay tan solo un 0.03% de dióxido de carbono y un 21% de oxígeno.

Además, en la atmósfera de la Tierra existe una mezcla de gases que son incompatibles entre sí. No obstante, estos gases altamente reactivos se encuentran en un estado de equilibrio dinámico.

En concreto, los gases oxidantes (oxígeno y el dióxido de carbono) deberían haber reaccionado hace mucho tiempo al contacto con los gases reductores (metano, amoniaco e hidrógeno) produciendo componentes más estables.

La vida se adaptó rápidamente para absorber el dióxido de carbono generando nitrógeno (de las bacterias) y oxígeno (de la fotosíntesis).

La idea central de la Hipótesis de Gaia es que con su propia actividad, Gaia se autorreguló para mantener estables las condiciones que han permitido que el planeta Tierra sea habitable para muchas clases de vida durante millones de años.

No es que la naturaleza se adapte a la condiciones de vida; es la vida la que crea sus propias condiciones para su supervivencia.

El nombre de Gaia procede de la diosa de la Tierra (Gea, Gaya o Gaia) y procede de William Golding, premio Nobel y autor de la novela «El señor de las moscas» .

OTRAS EVIDENCIAS DE GAIA

Cuando Lovelock hizo pública la teoría de Gaia, los científicos se mostraron escépticos. Con el tiempo se han realizado numerosas investigaciones que confirman que la Tierra se comporta como un sistema complejo que se autorregula de una forma muy eficiente.

La vida interactúa preservando su entorno de manera que asegura la continuidad de su propia existencia. Es más, si algún cambio amenazara a la vida, ésta actuaría para contrarrestar el cambio.

LA AUTOREGULACIÓN DE GAIA

La capacidad de autorregularse se manifiesta en:

    –  La estabilidad de las temperaturas.

Se sabe que cuando en la Tierra empezó a haber vida, el Sol era más pequeño y templado. La energía del Sol ha aumentado desde entonces un 30%, pero la temperatura de la Tierra se ha mantenido en unos márgenes estrechos. Si no fuera por la misma vida, la atmósfera terrestre habría seguido las oscilaciones de la radiación solar.

    –  La salinidad de los mares

A pesar de que los ríos están aportando constantemente sales a los mares y océanos, la concentración de sal no aumenta, si no que es la adecuada para la supervivencia de las plantas y animales marinos. Esto se debe a que el exceso de sal se concentra en algunos lugares generando minas de sal.

    –   El grado de acidez (pH).

Aunque la materia orgánica en su descomposición genera una gran cantidad de ácidos (óxidos nitrosos y sulfurosos) que debían haber aumentado la acidez terrestre hasta un grado similar al del vinagre, la misma naturaleza emite alrededor de mil megatoneladas anuales de amoniaco que anulan la acumulación excesiva de tales ácidos.

 LA VENGANZA DE LA TIERRA

James Lovelock murió en el año 2002. Cuando tenía 90 años era consultor de la Hewlett Packard. Era una persona a la que no le importa ser polémico. En su libro «La venganza de la Tierra», publicado en 2007, fue donde lanzó su visión apocalíptica del cambio climático.

Lovelock afirmaba que los que han actuado conjuntamente para mantener la Tierra mucho más fría de lo que le corresponde, por efecto de las emisiones de efecto invernadero, especialmente el dióxido de carbono, amplificarían el calentamiento global.

Para Lovelock el calentamiento global era la amenaza más importante a la que se enfrentaba la humanidad. La situación actual la comparaba a los tiempos previos a la Segunda Guerra Mundial, en los que había conciencia de que iba a estallar una guerra terrible, pero la gente y los gobiernos preferían mirar a otro lado.

Como afirmó en una entrevista, «El dióxido de carbono en la Tierra está empezando a aumentar y si pensamos en Marte y Venus, que están cubiertos de dióxido de carbono, sabremos que este aumento pone de manifiesto que estamos dañando la Tierra y esto es algo que debe preocuparnos”.

Y continuaba advirtiendo: “Deberíamos preocuparnos primero por la Tierra porque dependemos totalmente de ella. Si lo damos por sentado y no la cuidamos, entonces toda la humanidad sufrirá».

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